lunes, 29 de marzo de 2010

La era de la estupidez

The Age of Stupid, o La Era de la Estupidez, es el nombre de un documental que nos muestra los dramáticos efectos del Cambio Climático, y sus consecuencias en el 2055, en el hipotético escenario en el que no hagamos nada al respecto...
Espero puedan verla, se consigue subtitulada también.

Capitalismo, una historia de amor de Michael Moore

Este es el trailer de un documental que me gustaría que vean, lamento que esté sólo en ingles, pero la peli se puede conseguir subtitulada. una visión un tanto tragicómica del sistema en el cual vivimos, cómo puja por mantenerse en pie a pesar de todas sus fallas y cómo quienes detentan el poder negocian con vidas, con las nuestras. Este documental pone mucho el foco en USA, pero no deja de ser historia repetida en cada rincón del planeta.

martes, 23 de marzo de 2010

El regalo de David

David era un tipo como cualquier otro. Tenía una casa y una familia, tenía trabajo. Su sueldo le alcanzaba para vivir y ahorrando se iba todos los años a mar del Plata. De vez en cuando se ganaba unos pesitos en el Casino.
Sin faltarle dinero ni afectos David nunca estaba contento.
un día, mientras se dirigía a su lugar de trabajo tropezó con un viejo harapiento y le regaló unas monedas.
Su día trasncurrió sin mayores novedades. Todos los días eran iguales para él, grises y aburridos.
Una profunda apatía dominaba su vida y entristecía a todos cuantos tenía a su alrededor.
Ya volviendo a su casa encontró al mismo viejo en su camino. Siguió de largo casi sin mirarlo.
-Eh, David! Tenemos que hablar!
Sorprendido volvió sobre sus pasos y acercándose al desdichado le preguntó:
-Cómo sabe mi nombre?
-Yo sé muchísimas cosas, entre ellas tu nombre -contestó- también sé que no sos feliz a pesar de tener todo lo que a mi me falta.
-Pero... usted quién es? Cómo puede hablarme así?
-No importa quien soy ahora, aunque algún día puede que lo sepas muy bien. Puedo hablarte así porque te conozco mucho, aunqeu no lo creas; es por eso que esta noche quiero decirte algo muy importante. Algo que podrá cambiar tu vida para siempre si tomas las decisiones correctas. Es una suerte haberte encontrado, hace mucho que te espero.
Sintiéndose inquieto y creyendo que al viejo se le había zafado un tornillo, David quiso seguir su camino pero aquel lo detuvo con firmeza.
-Es importante que me escuches, lo es para ambos.
-Está bien, pero sólo un momento.
-entendido. voy a contarte una historia. algo que me sucedió hace mucho tiempo. Yo era un hombre que lo tenía todo y no supe valorarlo. La vida me cambió de un día para otro y hoy me encuentro vagando en las calles sin comida ni abrigo.
-Y esto que tiene que ver conmigo?
-Tiene que ver y mucho. Dejame terminar de contarte. Antes de caer en desgracia me fue entregado un regalo maravilloso. Un cofre mágico. la persona que me lo dio me dijo que allí encontraría todo lo necesario para ser feliz en cada etapa de mi vida, que lo podía abrir cada vez que quisiera. Lo llevo conmigo desde entonces.
-No sería tan mágico como decían -se burló David.
-Sí lo era. Ahora sé que lo era. Aunque su magia provenía más bien de la verdad que lleva oculta y que sólo una vez se muestra ante nuestros ojos. el problema es que no supe utilizarlo. aunque no puedo quejarme, como te dije antes, tuve todo.
-Sigo sin comprender que tiene que ver conmigo todo este cuento.
-Ya llegamos a esa parte, paciencia... hace un tiempo, cuando comencé a vivir en la calle, abrí nuevamente el cofre y encontré la respuesta a mi pregunta de cómo volver a ser feliz. Mi segunda oportunidad en la vida. Y desde entonces te estuve buscando; hasta que esta mañana tropezaste conmigo. Por eso me quedé a esperarte. Mi segunda oportunidad consiste en regalarte este cofre -dijo sacando de entre sus ropas una caja mediana de metal plateado- pero antes tenés que escucharme un poco más. Debo advertirte que toda magia tiene algo de maldad oculta, una trampa para incautos. Habrás de usarlo con cuidado y prestando mucha atención a tu alrededor, y sobre todo, deberás saber cuándo es realmente necesario abrirlo. No dejes que la avaricia te consuma. Eso es todo lo que tengo para decirte.
Al instante puso en las manos de David el precioso regalo y desapareció en la noche.
Con una mueca burlona y riéndose de sí mismo, David siguió su camino a casa.
Llegó tarde y lo recibieron con una mezcla de preocupación y alegría de volver a verlo.
Unas vagas explicaciones bastaron para conformar a la familia. Luego a cenar, de ahí a la cama.
Ya acostado recordó el cofre, se levantó despacio para no hacer ruido, buscó en el bolsillo de su chaqueta y allí estaba el cofre. Se encerró en el baño y lo abrió. No se extrañó de no ver nada adentro. Tal coo lo había imaginado, eran todas locuras de un viejo chocho y mendigo.
volvió a su cuarto, echó el cofre en un cajón de la mesa de noche y se acostó. A la mañana siguiente ni siquiera recordaba el episodio de la noche anterior ni el objeto que había guardado, y los mantuvo en el olvido por mucho tiempo.
Sin embargo las cosas comenzaron a cambiar de un modo que ni siquiera hubiera soñado.
Casi sin esfuerzo se encontró con mucho dinero, con una hermosa casa y con un costoso automóvil. Nunca más tuvo que pensar en ahorrar, porque el dinero parecía imposible de agotar.
su cariñosa esposa ya no tenía que hacer las tareas de la casa y tenía mucho tiempo para estar con él. sus hijos se educaban en los mejoress colegios y tenían muchos amigos.
París, Roma, El Cairo, Nueva York,Madrid, Venecia, las playas del Caribe... Todo el mundo fue escenario de su función de tipo acomodado.
Tan vacío por dentro como siempre, siguió su vida.
Pese al enorme cariño de su esposa, jamás se sintió amado. Ella siempre mostrándole su amor, él siempre rechazándola.
de vezz en cuando pensaba "pobre Teresa" y trataba de enmendarse, pero sus constantes idas y venidas al bar de su sala le hacían olvidar sus buenos propósitos de un principio.
La rebajó y la humilló hasta hartarse, incluso le mostró cómo le hacía el amor a una prostituta en sus propias narices.
Enferma de vergüenza Teresa llevó su alma lastimada a la casa de alguna prima y nunca más volvió.
Sus hijos aún pequeños quedaron con él tratando de llenar el vacío que dejó su madre de mil maneras, siendo siempre espantados por el mal genio de un ahora alcohólico David.
Pasado cierto tiempo, sin saber por qué, se encontró hurgando viejos objetos en el desván y allí estaba, plateado y brillante, el cofre cuya magia mantuvo en secreto y en el olvido por tantos años.
-Esta vez es realmente necesario abrirlo -se dijo.
sus dedos vacilaron un instante antes que sus ojos descubrieran una sortija dorada en la cubierta interna de terciopelo rojo.
"Una mujer" pensó, "eso es lo que necesito".
Pocos días más tarde contrajo matrimonio con una jovencita que apenas pasaba los veinte años, tan vacía por dentro como él.
De ella sólo recibió un amor por el cual debía pagar, se vio rodeado de comentarios por lo bajo en cada fiesta y al cabo de cinco años de brindarle el oro y el moro, ella se fue con una abultada cuenta bancaria y uno de sus tantos amigos en un viaje sin retorno.
Volvió a casarse un par de veces mas y siempre con la misma suerte. Mientras tanto los años pasaban, los hijos crecían vaya a saber cómo y ese enorme vacío interior se hacía más y más insoportable.
Pero era tal ya su egoísmo y su avaricia que sólo se preocupaba por conseguir mas dinero para llenar su espacio con viajes, sexo, juego y alcohol.
Un día se quedó dormido en la alfombra del living y soñó con Teresa, vio en su mano la sortija dorada que le había puesto una tarde de verano hacía ya mucho tiempo. Bañado en sudor se despertó, subió a su auto y se dirigió, casi sin planearlo, a buscar a Teresa.
Lo recibió una mujer gorda entrada en años, que con voz de hielo le dijo:
-Teresa se suicidó hace años, no es aquí donde la va a ver seguramente.
Sorprendido, angustiado, y siempre vacío, volvió a su casa.
una llamada telefónica le hizo resbalar el vaso de la mano. De ahí conducir al hospital.
¿Cuánto tiempo hacía que no veía a su hija? ¿Días, semanas? No lo recordaba.
Pero ahora estaba seguro de no haberla visto lo suficiente.
na terrible infección, un aborto clandestino. Lo sentimos.
Con esas explicaciones vagas le entregaron el cuerpo de su hija. Solo pudo verla el tiempo suficiente para escucharla decir lo mucho que lo odiaba.
Su hijo se limitó a acudir al sepelio y ni bien la última porción de tierra estuvo sobre el féretro, montó en su moto y desapareció.
Solo, como siempre, david regresó a beber a su sala.
Unos pocos meses más duró ese dinero que en un principio parecía no tener fin. Las deudas de juego lo dejaron casi en bancarrota.
Anduvo de aquí para allá, trabajando en esto o aquello para mantenerse, pero siempre corría la misma suerte, era despedido. Ningún patrón soportó mucho tiempo la falta de puntualidad, los olvidos ni las peleas provocadas por la casi constante borrachera de David.
Su propio hijo ya ni lo visitaba. la última vez que estuvieron juntos él le dijo que se avergonzaba de tenerlo como padre y que nunca más volvería. viajaría lejos para evitar todo contacto.
Cierto día, sin empleo y sin dinero, tumbado en el piso de su casucha reparó en una caja que contenía alguna de sus pertenencias. Algunas de las pocas que se salvaron de los acreedores. Allí estaba nuevamente el cofre. Pese a que temía tocarlo fue irresistible el deseo y finalmente lo abrio.
El horror lo dominó, junto a la sortija de oro descansaban las fotos de sus hijos.
La verdad por única vez revelada ante sus ojos.
La cruda verdad.
Una verdad, una sola, ahora inalcanzable.
Tomó las últimas botellas de whisky barato que tenía y roció con ellas las paredes, los pocos muebles y su propio cuerpo. Como rey pagano se inmolaría y acabaría por fin con su propia vergüenza y sufrimiento.
El cerillo cayó lentamente... pudo seguir su recorrido por unos instantes eternos. Vio como el fuego iba ganando terreno a las paredes, a los muebles, a su propio cuerpo. Y cayó.
Abrió los ojos a una blancura incomparable, pero no era el cielo del que hablan los religiosos, sino el techo de un cuarto de hospital. Al cabo de unas semanas ya estaba nuevamente en la calle, solo.
Una mañana un joven tropezó con él y le regaló unas monedas. No conocía la caridad y el acto lo sorprendió, por lo que siguió mirando cómo se alejaba este joven, como entraba a un edificio de oficinas, ceomo desaparecía devorado por un mar humano.
Buscando donde guardar las monedas, rebuscó entre sus harapos y sus dedos palparon un frío metal.
Incomprensiblemente, el precioso regalo de antaño, la fuente de todas sus dichas y la causa de su desgracia, estaba allí. Volvió a abrirlo y halló en él una fotografía que lo sorprendió de sobremanera.
Ya repuesto una sonrisa se dibujó en su rostro y no se le borró hasta la noche. Permaneció sentado en la misma calle todo el día y a medida que oscurecía su diabólica alegría se hacía incontenible.
Ya entrada la noche los edificios de oficinas escupían a los rezagados de su seno, y allé estaba aquel joven de la mañana. Apurado por seguir su camino, quizá por temos a que este viejo sucio le mendigara otras monedas.
Casi cuando había pasado de largo, el viejo tomó coraje y le gritó:
-Eh, David! Tenemos que hablar!

Racismo ¿qué es exactamente?

Este artículo fue publicado en EcoPortal.net

Racismo es toda teoría que impone una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que de a algunos el derecho a dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o que haga juicios de valor basados en una diferencia racial. Así es como lo define la Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales de 1978 aprobada por la UNESCO.

Como puede apreciarse, la Declaración le da al concepto un contenido muy amplio, cercano al concepto vulgar de exclusión o rechazo de "otros".

Si lo tomamos como un fenómeno resultante de vincular rasgos biológicos, genéticos o físicos al carácter moral o intelectual de un grupo, podemos decir entonces que el racismo es un hecho relativamente nuevo, y podría situarse en los procesos de industrialización, urbanización acelerada, inmigración y mezcla de poblaciones; y sobre todo, en el colonialismo.

Si bien la mayoría de los historiadores sostiene que comienza en la época de los decubrimientos europeos, es innegable el enorme avance del fenómeno en la segunda mitad del siglo XIX, cuando en pleno apogeo de las ciencias tales como la Antropología Física se hizo moda la cuantificación y medición de cráneos y huesos, junto con la cualificación del color de piel, de los ojos y de los cabellos. Con todos esos datos se realizaron calificaciones raciales que llegaron a determinar el desarrollo social, cultural y hasta moral de un pueblo.

Hubo trabajos en donde se trató, por ejemplo, de establecer científicamente la inferioridad del hombre negro basándose en medidas craneales, peso específico de la masa cerebral o rasgos psicológicos o físicos derivados de éstos.

Estas ideas se extendieron no sólo a los sectores dominantes europeos sino también en los países colonialistas, donde se hizo rápidamente popular; y se justificaba el racismo en forma paternalista, como una misión que la raza blanca debía cumplir.

Volvamos a la Declaración. Luego de definir al racismo añade que el mismo engloba las ideologías fundadas en los prejuicios raciales, los comportamientos discriminatorios, las disposiciones estructurales y las prácticas institucionalizadas que provocan la desigualdad racial así como la idea falaz de que las relaciones discriminatorias entre grupos son moral y científicamente justificables.

De este agregado se desprende que hay varias formas en las que el racismo se expresa, a saber:

a) Prejuicio: es una de las formas elementales del racismo. Puede observarse en conversaciones de la vida cotidiana, es común escuchar el uso de la forma impersonal "ellos" o "esos" para referirse de manera negativa a personas o grupos de personas.

En la Argentina, por ejemplo, la inmigración masiva iniciada hacia 1880 alarmó a la élite criolla, y algunos de sus miembros escribieron clásicos literarios a través de los cuales manifestaron sus prejuicios raciales, entre los cuales podemos mencionar "Sin Rumbo", "En la Sangre" o "La Bolsa".

Una encuesta realizada en abril de 1993 arrojó los siguientes resultados: uno de cada cinco argentinos cree que no debe haber derechos iguales para los coreanos, el 7 por ciento piensa que si no viviean aquí paraguayos y judíos el país estaría mejor, y el 18 por ciento se opondría a que su hijo se casara con paraguayos o coreanos.

b) Discriminación: consiste en la inferiorización del otro en términos de derechos o beneficios. Este trato diferenciado puede dar lugar incluso a la humillación. Ejemplos de discriminación son las restricciones de acceso a lugares públicos, escuelas o empleos, entre otros.

En Europa occidental muchos apelan a la conciencia étnica para justificar su racismo. Las inmigraciones masivas iniciadas en la década del '60 y el movimiento general de gentes generan en las sociedades receptoras actitudes racistas y xenófobas.

c) Segregación: implica separación espacial. Se expresa manteniendo al grupo racializado a distancia. Las expresiones más notables de segregación racial son el gueto y el apartheid.

d) Violencia: constituye la forma extrema en que se manifiesta el racismo. Esta violencia puede ser la que proviene del individuo (actos de violencia más o menos aislados sin contenido político) o aquella que se ejerce desde el mismo Estado.

Hasta la Guerra Civil (1861-1865) el gran problema de la sociedad norteamericana fue la importante presencia de población negra esclava, la que una vez liberada quedó sometida al Ku Klux Klan. Esto hizo que la población negra se concentrara, en buena parte, en espacios segregados.

El problema continúa hoy manifestándose bajo las formas de segregación, discriminación y violencia racial. Claro ejemplo lo constituye el caso del automovilista negro Rodney King quien luego de una corta persecución fue brutalmente golpeado por cuatro policías blancos. A pesar de que todo el mundo presenció la golpiza por televisión, estos cuatro policías fueron absueltos en Los Angeles en 1992.

Otro ejemplo de violencia racista, pero esta vez monopolizada por el Estado, lo constituyó el apartheid en Sudáfrica.

No podemos olvidar al racismo nazi, la experiencia más extrema del siglo XX. El Estado institucionalizó esta violencia racista transformándola en un programa político de exterminio y destrucción. En la actualidad, jóvenes extremistas alemanes aún lanzan ataques esporádicos contra inmigrantes extranjeros y cementerios judíos.

Estas formas de racismo no necesariamente se suceden unas a otras, como puede apreciarse en los párrafos anteriores; y pueden generarse por problemas sociales, económicos, creencias religiosas, sentimientos de temor ante amenazas a la identidad comunitaria, etc.

Hoy el racismo se presenta como una amenaza bastante real, y esto se debe al curso cada vez más acelerado de la crisis económica y social, al desempleo y al paro estructural, a la desorienación de los valores, que han afectado el modelo mismo de integración entre sociedad y Estado. Estamos, esta vez, ante un racismo de crisis, síntoma de una profunda mutación social.

En este contexto se hace imperativo fomentar la tolerancia y el respeto hacia lo diferente. Contamos con los elementos para hacerlo: diversos agentes como la familia, los medios de comunicación, las instituciones religiosas, clubes y escuelas, que son los que colaboran en la internalización de actitudes, valores, juicios y estereotipos acerca de la convivencia y de la relación con otros pueblos, culturas, religiones y razas.

Medioambiente sano: un derecho social

Este artículo fue publicado en EcoPortal.net

En el curso de la segunda mitad del siglo XX fueron dictadas numerosas normas legislativas y municipales a fin de proteger el medio ambiente, aunque la mayoría de ellas jamás fueron aplicadas debidamente al no existir una cultura ambiental consolidada en el seno de la sociedad.

Se justificaba la alteración del medio ambiente en el progreso tecnológico y económico, mientras la ambigüedad, el escaso realismo de las leyes y la falta de interés por parte de quienes debían ejecutarlas, contribuyeron a este resultado. Este fenómeno no es exclusivamente de nuestro país sino que se observó a nivel mundial, es así como progresivamente se alzaron voces de alerta sobre la degradación del ecosistema: contaminación de las aguas, el aire y el suelo, depredación de recursos naturales, destruccion de flora y fauna, etc.

Sin embargo el éxito de las medidas que se adoptan está condicionado a que en la sociedad la protección de la naturaleza sea una idea dominante; y es claro que ésta todavía se encuentra “en pañales”, ya que todos los días nos enfrentamos con conductas individuales cargadas de agresividad. La conciencia ecológica, lamentablemente, todavía no integra los hábitos sociales.

En la República Argentina, en el año 1994 los constituyentes encargados de reformar nuestra Constitución compartieron esta tendencia y como consecuencia contamos con el art. 41 que reza así:

“Todos los habitantes gozan del derecho a un medio ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley.
Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales.
Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que ellas alteren las jurisdicciones locales.
Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos.”

A pesar de que a primera vista esta cláusula parece clara como el agua, es sumamente ambigua y confusa, y puede dar lugar a interpretaciones contradictorias y hasta absurdas.

El derecho a un ambiente sano y equilibrado es un derecho social, que debe ser reglamentado de manera tal que sea armónico con el derecho a desarrollar actividades productivas. Aquí la Constitución da prioridad a estas últimas pero debe tenerse en cuenta que es necesario siempre algún tipo de ponderación de los efectos que ello pueda causar a las generaciones futuras, en base al principio del desarrollo sustentable.

Suscitado este conflicto, es deber del legislador tener un criterio realista para resolverlo, no podemos tampoco evitar el desarrollo de actividades productivas que, en última instancia son positivas para el progreso social (material y espiritual).

Si bien la obligación de preservar el medio ambiente se impone al Estado fundamentalmente, todos los habitantes deben abstenerse de realizar conductas que puedan conducir a un resultado dañoso.

El incumplimiento de esta obligación acarrea una sanción consistente en recomponer la situación actual hacia el estado en que se encontraba antes de la producción del daño, sea éste provocado por la acción humana o por causa de un fenómeno natural.

Nuestra Ley Fundamental en su art. 43 hace referencia a la acción de amparo, que es extensiva a los derechos que protegen al ambiente. Podrán ejercerla los particulares afectados, el defensor del pueblo y las asociaciones constituidas para la defensa de los mismos siempre que su organización y registro se adecúen a la legislación reglamentaria; y pueden hacerlo de manra simultánea.

Si bien esta disposición se refiere sólo a una especie de acción procesal, debe aplicarse a toda acción judicial que tenga por objeto la defensa de los derechos enunciados en el art. 41 de la Const. Nac., es decir que no deberían existir reparos para que por ley reglamentaria se consideren los llamados intereses difusos.

Más allá de las discusiones teóricas que puedan darse en el seno de la ciencia del Derecho, es importante tener en cuenta que un medio ambiente sano y equilibrado es un medio para concretar el desarrollo humano. Como tal es un derecho social que debe ser protegido, respetado y, por sobre todas las cosas, defendido mediante la acción. No sólo una acción que pretende la reparación del daño producido, sino la más importante de todas: la acción destinada a evitar ese daño.

Aquí no se habla de acción judicial solamente, sino de todas aquellas conductas individuales tendientes a la protección de nuestro ecosistema. Cada uno desde su lugar puede hacer mucho, empezando por el ropio hogar hasta llegar a aquellos quienes tienen la posibilidad de educar, informar, o participar en moviemientos ecologistas.

Podrá parecer en un principio que el pequeño esfuerzo individual no sirve de nada, sin embargo es menester quitarse esa idea de la mente y convertirse en el ejemplo de muchos. Con el correr del tiempo se irá consolidando esa tan necesaria conciencia ambiental en la sociedad.

De este modo podremos dejarles a nuestras generaciones futuras no sólo un hogar –la Tierra- sino también las herramientas necesarias para conservarlo.

El Día del Niño no existe

Este artículo fue publicado en Ecoportal.net y en ElArmonista.com de España.

En Argentina, mi país, el segundo domingo del mes de agosto se festeja el Día del Niño. Es una de esas típicas fechas comerciales en donde nos ametrallan con publicidades de éste o aquél juguete cada vez que encendemos el televisor. Juguetes que muchísimos chicos de este vasto territorio sólo verán en las vidrieras, si es que los ven.

Otros quizá los tendrán, pero son contados.

Porque acá, cuando terminan los comerciales y empiezan las noticias, queda al descubierto una cruda realidad.

Mientras una nena de diez años juega con una Barbie dentro de la TV, muchas otras niñas de su edad se prostituyen por comida guiada por adultos sin escrúpulos.

Cuando Max Steel y sus sofisticadas armas luchan contra los malvados sobre una maqueta elaboradísima, los padres de los niños que están frente a la pantalla son reprimidos con violencia si protestan porque tienen hambre y quieren trabajar.

Juliana doctora tiene mejor instrumental y medicamentos que los que podemos encontrar en algún hospitalito o salita perdida, donde la voluntad de los médicos es lo único que los mantiene funcionando.

Miles de nuestros Nenucos de carne y hueso mueren por año producto de la desnutrición y las enfermedades de la pobreza.

No es mi intención ofender a quienes quieren y pueden darle un juguete a su hijo en ese día, si pueden hacerlo seguramente eso los pondrá felices. No es a los particulares a quienes dirijo mi crítica, sino a aquellos quienes tienen la responsabilidad de velar por su buen desarrollo físico y mental, quienes deben brindarle todas las posibilidades de educarse, vestirse, alimentarse, recrearse. En síntesis, aquellos que tienen la obligación de hacer que la infancia sea infancia y no una mera condición adquirida por la corta edad.

Mi país está lleno de pequeños adultos que duermen en las calles y forman pandillas inspiradas en canciones que reflejan la vida en las villas. Sus juguetes son armas verdaderas y sus juegos son las golpizas y asaltos por dos monedas. Otros, a los que todavía no los tentó el dinero fácil o las drogas, pasan su vida en los trenes vendiendo cualquier cosa para ayudar a sus padres; otros tantos simplemente mendigan.

La mayoría no va a la escuela porque tiene que trabajar. Muchas nenas crecen de golpe y se las ve embarazadas o con su bebé en brazos.

Hay gente que dice "¡qué rápido crecen los chicos hoy en día!" y le atribuyen este fenómeno a la televisión. La "caja boba" puede servir para explicarlo, pero sólo en parte.

¿No crece rápido, acaso, ese nene que ve a los padres penar por un plato de comida? ¿Cómo crece aquella nena que no tiene papá y su mamá trabaja todo el día por unos pocos pesos? ¿Y qué del desarrollo de aquellos que están solos en el mundo?

Cuando el segundo domingo de agosto llegue, estos chicos anhelarán su regalo, porque en el fondo siguen siendo simplemente niños. Ese domingo y todos los días querrán comer, jugar, unas zapatillas nuevas, y no tener que escuchar a sus papás con el constante "no tengo plata para eso". Y sin embargo deben resignarse y convivir con términos tales como desocupación, deudas, bonos y otros tantos igual de terribles y desmoralizantes.

No alcanzan los padres Grassi ni los Carasucias para solucionar este problema. No alcanzan las donaciones de la gente, ni los soles para los chicos, ni Cáritas. Menos mal que la solidaridad no cayó en desuso, aunque este tipo de cosas, si bien ayudan, no son suficientes.

No hay política económica ni social que contemple verdaderamente las necesidades de los adultos, y menos de los niños. Sus derechos distan mucho de ser realmente operativos.

Los responsables de cuidar la infancia de nuestros argentinitos miran hacia otro lado, a las bancas, a los grandes grupos económicos, después de todo ¿qué pueden darle a ellos estos chicos? Mientras se llenan los bolsillos de coimas recortan sueldos y jubilaciones, recortando a su vez las esperanzas de estos niños de un futuro mejor.

¿Cómo les caerá, por ejemplo, a los chicos de la provincia de Buenos Aires, una ensalada de patacones? Quizás los alimente mejor que a aquellos que hoy apenas tomarán un té caliente.

En el país de las bodas espectaculares y ladrones de guante blanco, la Constitución y los tratados de Derechos Humanos se retuercen de asco e impotencia en una lujosa biblioteca del Congreso.

Veo, veo... contaminación visual

Este artículo fue publicado en EcoPortal.net y enviado a sus suscriptores.

Desde mi ventana veo el cielo, es por eso que noches atrás asomé mi cabeza y levanté la vista, preparada para deleitarme de estrellas titilantes y ¡oh sorpresa! Apenas pude divisar una, tímida y pálida. No había nubes ni mal tiempo, simplemente que las amenazantes y potentes luces de mi ciudad iluminaban tanto el cielo que no dejaban brillar los astros. Me dormí con el recuerdo de una noche lejos y en el campo, donde todavía nos maravillan.

Al día siguiente me propuse un juego camino a mi trabajo: mirar el paisaje de mi Buenos Aires sin leer ni distraerme. Pero no pude. Cada pared tenía un graffiti pintado a medias cubierto por enormes afiches, cada poste o árbol lucía publicidad pegada, colgada o clavada. Miré hacia arriba y los cables se peleaban por enroscarse y multiplicarse a cada metro. Más allá imponentes propagandas pintadas en moles arquitectónicas disímiles unas de otras como queriendo evitar a toda costa cualquier asomo de armonía. Llegue a mi lugar de trabajo con una cantidad de información increíble ya que incluso las pocas cuadras que camino, a pesar de haberlas recorrido mirando el piso, allí también encontré material de lectura.

Mientras, procesaba que Juli cumplió quince años y que sus amigas la quieren, que el corte en tal peluquería me cuesta ocho pesos y que el lavado viene gratis, que tal o cual se postuló para senador y que esos carteles eran publicidad ilegal, que hay un señor que pica cordones de vereda, que salió una nueva camioneta, que a Noelia le gustan los Redondos, que aguante Boca, que el Tarot, que los estrenos de cine, que la compañía de seguros, que el teléfono ahora tiene tarjeta, que.... ¡BASTA! ¡Me superaron! “Me contaminaron el cerebro” pensé, y era cierto, porque contaminaron mi paisaje.

Hete aquí que investigando obtuve una definición de lo que es este fenómeno, al que llaman contaminación visual. La definición es sencilla y muy explicativa: contaminación visual es el cambio o desequilibrio en el paisaje, ya sea natural o artificial, que afecta las condiciones de vida y las funciones vitales de los seres vivientes.

¡Y vaya si me había afectado! ¿Por qué? Porque como toda “máquina” que procesa datos, nuestro cerebro tiene un límite de absorción de los mismos. Si consideramos que el sentido de la vista es el que tiene mayor incidencia en la percepción del entorno no es difícil entender que cuando una imagen supera el máximo de información que el cerebro puede asimilar (estimado en 4 bits/seg) a producirse una especie de “stress visual” las reacciones psicofísicas del hombre se ven alteradas.

Vayamos por partes. Ya tenemos una definición de contaminación visual, ahora veremos sus causas, sus efectos y por último algunas de las medidas que podrían ser viables para solucionar este problema.

Como causas de contaminación visual podemos mencionar el exceso de publicidad e información, luminosa o no, en calles y rutas, también edificios que nada tienen que ver unas con otras y que distorsionan el paisaje, el exceso de colores y objetos en espacios interiores, tendido de cables, y así sigue la lista.

Espacios interiores: un ambiente carente de estímulos necesarios para el normal funcionamiento de la atención humana es malo, pero peor es un espacio saturado de diferentes fuentes de información y diversidad de objetos y colores. El resultado es una dispersión de la capacidad de concentración. Quién no se ha quedado alguna vez parado frente a una góndola de supermercado repleta de productos incapaz de recordar si realmente necesita alguno de ellos, o mismo en una oficina atestada de muebles, papeles y demás objetos tratando de concentrarse en una tarea específica o de recordar qué buscaba por allí. El grado de eficiencia laboral de muchas empresas o instituciones se encuentra en gran parte afectado por este factor contaminante.

Carteles callejeros: el contenido visual de este tipo de mensaje publicitario resulta extremadamente atractivo, y por ende, produce un alto índice de distracción. Diseño, color, movimiento, luz y tamaño capturan la atención de peatones y automovilistas por igual, aumentando el riesgo de accidentes. Curvas y cruces de rutas ocultos e incluso árboles colocados en un paisaje mal planificado también cuentan. Por la noche los carteles luminosos hacen de las suyas haciendo difícil de distinguir a las luces de los semáforos.

Cables y antenas de telefonía celular: una telaraña de cables a menos de un metro de quien asoma al balcón, inmensas moles metálicas de varios metros de altura y fotógrafos incapaces de plasmar un edificio o un monumento histórico libres de estas ataduras visuales. ¿Hay que decir más?

Estilos arquitectónicos disímiles: esto también puede afectar el desempeño psicofísico del ser humano. La mezcla de estilos no sólo atenta contra la estética. El incremento exponencial de la complejidad visual urbana nos lleva a una sobredosis de información saturando aún más nuestros canales sensoriales. Una lectura difícil del paisaje urbano provoca fatiga, frustración, mal humor y agresividad vial. Otro problema es la pérdida de la identidad barrial. En una mayor escala, podemos dar el ejemplo de Buenos Aires, una ciudad rodeada a medias por el Río de la Plata, en donde sin embargo, no es tan fácil ver el agua. Las visuales hacia el río están bloqueadas y sólo accesibles para algún privilegiado.

Basurales: la calidad visual de los edificios se ve disminuida si éstos se encuentran lindantes a un terreno baldío, a otro edificio en ruinas o a un techo usado como depósito de basura y cosas viejas.

Contaminación lumínica: como me ha pasado a mi, a muchos les ha pasado. El levantar la vista y no ver el cielo tachonado de estrellas nos priva de una relación directa con el cosmos; se redujo nuestra escala visual encerrándonos en un mundo inventado donde sólo importa lo que está al alcance de la mano. Las luces altas de los vehículos encandilan a conductores y peatones y podemos concluir aquí que tantas luces oscurecen, o mejor dicho, enceguecen. También aumentan la excitabilidad del individuo y lo someten a un profuso acoso visual.

Como pudimos ver, todas estas causas acarrean diversas consecuencias que podríamos sintetizar diciendo que la contaminación visual afecta nuestra salud porque produce:

Stress
Dolor de cabeza
Distracciones peligrosas (especialmente al volante)
Problemas ecológicos (se rompe el equilibrio ecológico cuando algunas especies se alejan)
Trastornos de atención
Disminución de la eficiencia laboral, mal humor, trastornos de agresividad, etc.

Habría que destacar que el centro de esta cuestión se halla en la conducta de cada individuo en particular. La contaminación visual nos afecta psíquicamente y creamos más de lo mismo que nos sigue afectando. Sin entrar en la discusión de si fue primero el huevo o la gallina, la solución comienza por un cambio de actitud.

Arrojar residuos a mansalva mientras nos quejamos o actuando en base a la filosofía del “qué me importa” no vamos a lograr nada. Hay que tomar conciencia del problema, reclamarse a uno mismo una mejor conducta y exigir a los demás idéntico comportamiento y que las autoridades pertinentes tomen cartas en el asunto.

Tomemos el ejemplo de la ciudad de Rosario: el difícil hecho de distinguirlas luz de alto de las luces traseras de los autos se pudo revertir colocando una plancha negra sobre la que se destacan las tres luces del semáforo, tanto de noche como de día.

El tema de la publicidad, por tomar otra de las causas de contaminación visual, es un tanto más difícil de controlar sin una legislación apropiada, no solo en cuanto a ubicación sino también en cuanto a calidad, cantidad y seguridad; o incluso existiendo ésta, sin organismos de efectivo control de cumplimiento de la misma. Pero ¿cuál es el límite de esta “proliferación de publicidad”? Una ciudad que no genera publicidad está comprometiendo su desarrollo, pero tampoco debemos aceptar esta verdad al punto de dejar que el mercado defina a discreción. La ciudad pertenece a todos sus habitantes y no hay derecho a que unos pocos impongan al resto sus particulares criterios publicitarios.

Raúl Sampayo, publicista mexicano, agobiado por el peso del uso indiscriminado de algunos medios en su país, piensa que una estrategia de medios adecuada y una creatividad atinada no requieren de tácticas “montoneras” que atropellan a los consumidores y los abofetean con contaminación publicitaria. Plantea entonces una reducción de la cantidad de anuncios, éstos serían entonces más onerosos, en sitios más adecuados al ser los anunciantes más selectivos en sus medios (y viceversa), y los consumidores polarizarían su atención más eficazmente con un mucho menor aturdimiento mental. Al tener un medio, como carteleras, más caro, los consumidores verían con buenos ojos no sólo una mayor calidad creativa, sino también, y por sobre todas las cosas, una importante reducción del aturdimiento visual.

Thomas Sprechmann, arquitecto y docente especializado en urbanística estima que la publicidad debe desarrollarse en base a reglas de juego racionales y urbanísticamente viables, como el caso de Japón. Si bien ese país tiene un desarrollo urbanístico explosivo y difícil de controlar, también posee sofisticadas reglas de juego para la publicidad en la calle. No se encentran elementos recargados, agresivos, se juega con la luz dándole un aspecto de liviandad al conjunto, quitando esa sensación colectiva de habitar en una selva de avisos.

Si bien regular totalmente una ciudad es en cierta medida quijotesco, todo puede revertirse si existe una voluntad social activa, emparentada con un cambio cierto de conductas. De cada uno de nosotros. Dar el ejemplo es el primer paso hacia el cambio, defendiendo nuestra calidad de vida a capa y espada. Para que de una vez por todas dejemos de quejarnos y empecemos a disfrutar de un mundo mejor.